La accesibilidad y la inclusión en nuestra sociedad no terminan de ser realidades y en el pasado tampoco lo fueron. Si indagamos en los antecedentes históricos, descubriremos que la sordera incluso fue perseguida y presa del odio durante siglos. Estudiar y analizar la historia nos puede ayudar a comprender mejor la actualidad pero también a construir sociedades mejores para todos. Te contamos por qué.
Si pensamos en la situación actual de la comunidad sorda, nos llama la atención que todavía queden tantas barreras de accesibilidad por derribar. La sociedad no termina de estar concienciada y tampoco de ser inclusiva y es lógico preguntarse: ¿A qué puede deberse? ¿Qué podemos hacer para cambiar esta situación? A continuación hacemos un viaje en el tiempo para tratar de dar respuesta a estas cuestiones.
La sordera, perseguida y excluida durante siglos
La comunidad sorda, al igual que otros colectivos minoritarios, ha sufrido graves episodios de discriminación a lo largo de su historia. La mayoría de ellos fruto del miedo a lo desconocido y la incertidumbre. Durante siglos, las personas sordas fueron víctimas de la barbarie humana. Asesinados, excluídos de la sociedad y desprovistos de derechos civiles. La Lengua de Signos también fue perseguida, prohibida y reprimida.
En las antiguas Grecia y Roma muchos niños sordos (y con otras discapacidades) fueron exterminados vilmente. Algunos eran arrojados al vacío, a otros se les ahogaba o se les dejaba morir. Incluso Aristóteles, una de las figuras clave del pensamiento clásico sostenía la idea de que “los que nacen sordos se vuelven insensibles e incapaces de razonar”. Esta errónea afirmación permanecería en la historia durante cientos de años (Girolamo Cardano se convertiría en el primero en oponerse en el siglo XVI). En la Edad Media, una de las épocas más oscuras de nuestra historia, miles de personas con discapacidad fueron encerradas y confinadas en grandes fortalezas amuralladas. Durante el siglo XII se les exhibía en circos para el divertimento del pueblo. La iglesia cristiana incluso practicaba exorcismos con ellos al creer que estaban poseídos por el demonio.
Atribuir gratuitamente a las personas con discapacidad actos de brujería y hechicería era también muy común. Durante el siglo XVII en la costa de Massachusetts en Estados Unidos se celebraron ‘Los juicios de Salem’. Entre las mujeres acusadas injustamente de brujería se encontraba Rebecca Nurse, que acabó sentada en el banquillo por envidias y disputas con sus vecinos. Durante el juicio, Rebecca que tenía una hipoacusia severa, no entendía muchas de las preguntas e incluso a veces ni respondía al no escuchar algunas de ellas. Al hablar no pronunciaba bien tampoco y se equivocó al responder más de una vez. Ello hizo que a su alrededor creciera rápidamente la desconfianza y se fraguó la terrible idea de que se trataba de una bruja. Finalmente y del mismo modo que otras tantas mujeres, acabó en la horca. ¡Tan solo por ser sorda! ¿No te parece indignante?
En 1808 la Lengua de Signos incluso fue prohibida. Durante el Segundo Congreso Internacional sobre la Educación de los Sordos se llegó a la (errónea) conclusión de que educar a través de la lengua oral era mejor que hacerlo mediante la Lengua de Signos. Hoy sabemos que esto no es cierto y que incluso enseñar la Lengua de Signos a los niños oyentes ayuda a su desarrollo lingüístico.
La violencia y el odio hacia la comunidad sorda no terminó aquí, sino que también se extendió a lo largo del siglo XX y todavía prevalece en nuestros días en algunos estados. Bajo el régimen Nazi miles de mujeres sordas fueron esterilizadas y durante la dictadura franquista la Lengua de Signos fue perseguida y prohibida. Incluso en muchos colegios ataban las manos de los niños sordos a las sillas para impedirles que la utilizaran.
Aprender del pasado, clave para ayudarnos construir sociedades más inclusivas
¿No crees que la historia habría sido muy diferente si la sociedad hubiera sabido más sobre la sordera? Por supuesto que sí. A lo largo de la historia los humanos hemos actuado de forma similar ante lo desconocido y cometido barbaridades injustificables como estas. Afortunadamente, en sociedades modernas como la nuestra es difícil que se vuelvan a repetir, pero conocer sus causas nos puede dar una pista sobre los pasos a seguir para construir sociedades mejores y más inclusivas.
En la mayoría de los casos, el miedo y la incertidumbre provocados por la falta de conocimiento y concienciación sobre la sordera y sus implicaciones fueron claves, de modo que educar a la sociedad y sensibilizarla es primordial, ¿no te parece? Para ello ciudadanos, autoridades, empresas y medios de comunicación tenemos que poner de nuestra parte. Facilitar la accesibilidad en todos los ámbitos por una parte e informar desechando ideas preconcebidas y desterrando estereotipos por otra. Solo así conseguiremos sociedades inclusivas y accesibles para todos.